Cuando queremos conocer algo pretendemos que ese conocer
esté basado en la realidad, no en la fantasía, o lo que es igual, que sea
verdadero, no falso o engañoso. Pero, ¿Cómo podemos estar seguros de que lo que
conocemos es lo real y verídico, y no simplemente algo que se nos ha enseñado y
repetido hasta la saciedad desde pequeños y hemos asumido dócilmente?, Cuando
accedemos a una línea de trabajo como lo son los asuntos de lo divino, se
suscitan graves enfrentamientos entre el impulso científico y la fe, y con el
transcurso del tiempo la gran mayoría de los seres humanos se liberan del yugo
de la religión, para depositar toda su confianza en el campo científico: de
forma académica ya que nadie se va a atrever a decir a los científicos que se
equivocan y que, al menos en parte, no es cierto lo que afirman. Esto quiere
decir que hemos trasferido la fe, de los dogmas religiosos al conocimiento
científico, al que damos credibilidad porque tampoco lo conocemos; no somos
expertos y por eso lo dejamos en manos de las autoridades correspondientes. La
forma de pensar que se nos ha trasmitido ha sido generada y elaborada de forma
“científica”. El credo que se nos ha dado ha quedado al margen de la ciencia:
conoce la realidad científica...y luego cree en lo que quieras; lo espiritual
es incognoscible, simplemente, no es serio, no es científico. Immanuel Kant en
su “Crítica de la razón pura” establece que el conocimiento humano está
limitado a lo dado como experiencia perceptiva de todo lo que tenemos a nuestro
alrededor, ya que cómo se manifiesta la Naturaleza y cómo la captamos es una
función de la percepción de nuestros sentidos, entonces se pregunta si puede el
conocimiento humano llegar a la esencia o la cosa en sí, o no puede, si existen
límites al conocimiento. Una vez que sabemos que el hombre capta sólo una parte
de la realidad, en función de lo que supone su estructuración fisiológica
podemos inferir que su apreciación siempre va a ser subjetiva, además de que
existen otras limitaciones, como son el estado de ánimo, el carácter, etc. Esto
supone que la realidad será filtrada al introducirse en el ser humano. Por esto
afirma Kant que es imposible para el hombre llegar al conocimiento de la cosa
en sí, a la esencia o núcleo central de las cosas. En base a esto se puede
asegurar que no se puede obtener el conocimiento de la naturaleza del mundo
real, en su esencia, la existencia de Dios y la inmortalidad del alma no pueden
ser conocidas. Esta propuesta ha influido en muchos de los ámbitos de nuestra
vida de forma inconsciente ya que muchas personas que negaban la realidad de
Dios han comprendido que el ateísmo es propio de la cultura anterior al
racionalismo y se declaran agnósticos manifestando que el ser humano no puede
saber si existe Dios. Se da cuenta hipotético lector el estupendo ejercicio que
acabamos de hacer, acabamos de comprobar que la filosofía es un arma
maravillosa de acercamiento a la realidad existencial, y como tal herramienta
científica de conocimiento humano tiene ya muchos siglos de existencia, en Occidente,
existe desde hace unos 2700 años. Sin embargo algunos aun creen que para
establecer contacto con la realidad y la verdad, no se necesita la filosofía, y
por tanto no la usan. El centro motriz de la Filosofía es el pensamiento, por
ello debemos empezar a usar el pensar y a establecer la duda como método, para
dudar se necesita pensar y esto no tiene nada que ver con ideas reales. Nadie
puede comprobar la inexistencia de algo, porque tan solo el pensar en ello hace
que exista. ¿Entonces existe o no existe?
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