Al principio todo era obscuridad y dijo Dios: hágase la luz y la luz se hizo y
vio que era bueno y con el tiempo dios fue haciendo todo lo demás el universo y
los planetas, las plantas y los animales, la lluvia y los ríos, luego creó al
hombre y poco después a la mujer y pasaron los años y el hombre y la mujer descubrieron
que todos aquellos fenómenos creados por Dios tenían una explicación racional,
por ejemplo que el universo empezó con una gran explosión y de allí se formaron
todos los planetas, como nacen las estrellas y como mueren y más y más cosas a
medida que pasaba el tiempo, hasta que un día alguien se pregunto si todos
estos fenómenos tienen explicación, ¿Para qué sirve Dios? Y surgieron los ateos
(“a” privativo, y “theos”: Dios. O sea, “sin Dios”) Este sistema de pensamiento
se ha utilizado como epíteto de acusación contra cualquier sistema que dude de
las deidades populares del momento, aunque
a veces el término de utiliza como la antítesis del teísmo en su forma más radical
ya que adopta la negación dogmática de la existencia de cualquier causa primera
espiritual y extramundana basada en el materialismo, que afirma encontrar en la
materia su propia causa y explicación, siendo la única explicación del universo. Me atrevo a decir hipotético lector que muchas
veces el ateísmo puede estar fundamentado en la limitada inteligencia humana,
es decir una estimación empírica del poder de la razón trabajando sobre los
datos ofrecidos por la percepción sensorial, es decir que a menos que la
persona pueda estar presente en todos los lugares del universo existente al
mismo tiempo, no tiene forma de confirmar que algo en realidad, no existe. En la era del conocimiento se pretende usar a
la ciencia como herramienta para reemplazar la necesidad de religión, sin
embargo irónicamente, uno de los heraldos del ateísmo Friedrich Nietzsche
predijo que debido a que supuestamente, él y otros, habían asesinado a Dios en
el siglo XIX, el siglo XX sería el más sangriento de todos los siglos. Hoy la increíblemente fina sintonía del
universo para la vida humana, la complejidad del ADN que es matemáticamente
idéntico, a un idioma, nos hace pensar que probablemente hay algo más que descansa
en la fe que es definida, como una creencia que carece de pruebas, sin embargo
cada día, las personas actúan en fe; desde las comidas que comen en los
restaurantes, las medicinas que se toman prescritas de sus doctores y los
matrimonios en los que participan con su cónyuge. La palabra usada para “fe” es, “pístis” un
sustantivo que viene del verbo, “peídso”, que significa, “confiabilidad,
fidelidad relacionada a ser digno de creencia o confianza” contrasta con la
lucha del ateísmo en explicar cómo el universo es eterno, cuando todo
descubrimiento científico muestra que ha tenido un principio del que para
explicar su origen solo hay dos opciones; o la inteligencia humana finalmente
debe su origen a una materia que no tiene mente; o hay un Creador…
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